Las várices vulvares pueden ser un signo de alarma de un trastorno vascular
La presencia de várices vulvares no es un tema fácil de discutir con pacientes mujeres. La condición puede ocasionar ansiedad y vergüenza innecesarias. La buena noticia es que puede haber una solución permanente para estas venas antiestéticas que el Center for Vascular Medicine (CVM) puede ofrecer en el ámbito ambulatorio.
¿Qué son las várices vulvares?
Las várices vulvares son venas dilatadas que se encuentran en los labios mayores y menores y son más comunes en mujeres embarazadas que en no embarazadas. Si bien hasta una de cada diez mujeres embarazadas presenta estas venas problemáticas, generalmente se observa una mejoría espontánea en la apariencia de las várices vulvares dentro de las seis a ocho semanas posteriores al parto. Sin embargo, en algunas mujeres, es posible que estas venas dilatadas nunca se resuelvan, y que empeoren con el tiempo y más embarazos. Cuando son persistentes y sintomáticas, pueden presentarse con lo siguiente:
- Malestar pélvico al caminar.
- Sensación de hinchazón.
- Presión vulvar.
- Dolor pélvico.
- Comezón en la piel.
- Relaciones sexuales dolorosas (dispareunia).
Anatómicamente, las venas normales de la vulva tienen una extensa red de ramas comunicantes con venas que nacen en la pared de la pelvis, que también se comunica con los órganos femeninos. El drenaje venoso de la vulva se realiza por las venas pudenda y perineal que dependen de la competencia de las venas ovárica, ilíaca y safena mayor.
Durante el embarazo, el aumento de la producción de estrógenos y progesterona provoca la dilatación venosa. Además, la carga física cada vez mayor del útero agrandado en el piso pélvico contribuye a la insuficiencia venosa pélvica y las várices sintomáticas resultantes. Con cada embarazo subsiguiente, los síntomas suelen presentarse más temprano en el curso de la gestación y son más importantes. La mayoría de las venas varicosas de la vulva son causadas por reflujo en las venas pélvicas denominado reflujo de la vena ovárica y/o reflujo de la vena ilíaca. La extensión de las várices hacia la parte interna del muslo también es un hallazgo común en pacientes con várices de la vulva.
Diagnóstico y tratamiento de várices vulvares en mujeres
Después de una historia clínica y un examen físico completos, el método de elección para una evaluación diagnóstica no invasiva del sistema venoso pélvico y vulvar es el ultrasonido dúplex venosa pélvica transcutánea indolora. La paciente con síntomas puede luego someterse a una evaluación invasiva adicional que incluye un venograma, donde se inyecta un medio de contraste en las venas bajo fluoroscopia.
Con el diagnóstico de reflujo de la vena ovárica, se puede colocar de forma selectiva una espiral o un esclerosante químico en la vena ovárica, resultando en el cierre de la vena con la erradicación del reflujo en este vaso.
Tratamiento
Una vez que se cierra la vena pélvica defectuosa, la sangre venosa se redirigirá de forma natural hacia las venas más sanas y mejorará el drenaje venoso pélvico.
Después del tratamiento de la insuficiencia venosa pélvica, la paciente regresa para un ultrasonido pélvico de seguimiento a las seis semanas para evaluar su respuesta a la terapia intervencionista.
Si la intervención ha sido exitosa, se produce una resolución del reflujo venoso pélvico por ultrasonido y las varices vulvares pueden empezar a disminuir de tamaño.
Por lo general, se justifica un período de observación (de seis a doce meses) antes de pasar a la escleroterapia, ya que muchas várices vulvares mejorarán de forma importante después de la corrección del reflujo de la vena pélvica. Cuando esté indicado, la escleroterapia se puede inyectar de forma directa en las venas varicosas de la vulva o guiado con ultrasonido hasta que se vean.
Muchas mujeres dudan en iniciar una conversación sobre las várices vulvares. Este problema a menudo se descubre durante la discusión de los síntomas del dolor pélvico, el síndrome de congestión pélvica o las várices de las piernas. Es de vital importancia crear consciencia para dirigir de forma adecuada la evaluación y el tratamiento de una mujer. Al igual que con la insuficiencia venosa y las várices de las extremidades inferiores, este es un problema médico, no solo estético. Presentar este trastorno de esa manera puede tranquilizar a la paciente de que su problema no es solo una vergüenza, sino una condición médica que requiere atención.
Las várices vulvares pueden ser un signo de alarma importante del síndrome de congestión pélvica. Se deben considerar otros factores como lo explica el Dr. Pappas en el video a continuación.